viernes, 14 de agosto de 2015

EL JUDEO-CALVINISMO CONTRA EL CATOLICISMO
EL GÓLGOTA Y LA ‘SINAGOGA DE SATANÁS’.

Padre  Curzio  Nitoglia.


La Revolución consiste esencialmente en el intento –primero filosófico y luego teológico- de hacer girar 180% la noción de verdad, de moral natural y sobrenatural, especialmente la cristiana (cfr. M. Jones  ‘Il retorno di Dionisio’ 2009).  La espantosa tragedia del pueblo hebreo –pueblo eminentemente revolucionario, principalmente luego del Gólgota- consiste en que luego de haber  rechazado a Cristo, y de cargar con su muerte, tiene la presunción de creerse todavía el pueblo elegido por Dios. Habiendo rechazado el único camino para su salvación espiritual (‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’), el pueblo hebreo, anteriormente electo, y ahora reprobado, busca encontrar la redención aquí y ahora en lo material, en el oro y en el poder; en cualquier cosa menos en Cristo, en el presente y no en el futuro.

Elio Toaff escribió que la diferencia esencial entre judaísmo y cristianismo consiste en que el primero pretende ‘traer’ el Paraíso a la tierra, mientras que el cristianismo quiere llevar al hombre al Paraíso. (‘Essere hebreo’, 1977). Es natural que esta postura inmanentista tuvo y todavía mantiene al judaísmo en la ceguera, confirmando que el pueblo hebreo tiene ‘por padre al diablo’ (Jn. VIII, 42) mientras no reconozca a Cristo. Por lo dicho no sorprende la teoría, que Joseph Ratzinger expresó como doctor privado, según la cual los actuales hebreos no serían ‘nuestros hermanos mayores en la fe de Abraham’, como dijo Juan Pablo II en la Sinagoga de Roma el 13 de abril 1986, sino directamente serían ‘nuestros Padres’ (Benedicto XVI,  ‘Luce del mondo’, 2010). Ahora bien, si Jesús los llamó implícitamente ‘hijos del diablo’ podemos decir, aplicando rigurosamente la lógica, que el judeo-cristianismo ‘ratzingeriano’ tiene por abuelo al diablo.

HEBRAÍSMO Y PROTESTANTISMO



Muchos hebreos expulsados de España y Portugal se radicaron en ciudades densamente pobladas de Francia, donde se hicieron hugonotes. Muchos otros se dirigieron a los Países bajos españoles y se hicieron calvinistas. William Thomas Walsh  sostiene que un gran número de protestantes ingleses, que realmente eran hebreos convertidos al calvinismo mientras vivían en Ambéres, indudablemente eran los más activos propagandistas y organizadores. Los marranos de Ambéres, según Wolf, tomaron parte activa desde el comienzo en el movimiento protestante y ‘abandonaron su disfraz católico para interpretar el no menos  mentiroso papel de calvinistas’. Todos unidos, calvinistas holandeses, hebreos e ingleses constituyeron la abierta conspiración de los Países bajos contra España y el Papado. Existía una natural afinidad entre calvinistas y hebreos: ambos eran  ‘enemigos de Roma, de España y de la Inquisición’.

JUDAÍSMO Y CALVINISMO.

Además, como ya vimos en don Curzio Nitoglia “Del judaísmo rabínico al judeo-americanismo” (2006), [próximamente, Dios mediante, lo publicaré en castellano en este blog], el judaísmo y el calvinismo tienen la misma actitud respecto a la ‘idolatría’ (de la divinidad de Cristo y la Trinidad de las personal en una única sustancia divina), y a la ley antigua  jamás abrogada  (en cuanto al ceremonial), ni perfeccionada (respecto al Decálogo), por la Nueva y Eterna Alianza. En consecuencia los hebreos fueron celosos e  importantísimos aliados de los calvinistas. No se puede asegurar que Calvino y su lugarteniente Beza fueran de origen hebreo, pero muchos de sus predicadores –como Faret y Rouset lo eran-. En una carta a sus secuaces ingleses Calvino afirma que quien rechaza abandonar la fe católica debe morir. Fue debido a su ‘legalismo’ farisaico que transformó el calvinismo en un partido internacional vanguardista  del movimiento revolucionario, que pronto eclipsó a  rivales como los anabaptistas, demasiado radicales y utopistas (Ginzburg,  ‘Il nicomedismo’, 1980).

Calvino probó tomar distancia de los hebreos, pero debido a su manera de pensar, siempre confió en ellos como co-revolucionarios y principalmente como espías. En efecto, ni  su Estado policial ginebrino, ni  su similar inglés de Isabel y William Cecil, hubieran podido prosperar sin la organización de la inteligencia hebrea, crecida en torno al comercio de especies en los Países bajos y en Venecia:  “los más activos informantes, oficiales de enlace  y propagandistas de este ejército internacional eran hebreos. Apenas cuatro años después de la  primera protesta  de Lutero, el cardenal Alessandro, Nuncio Apostólico dijo que los hebreos imprimían y difundían  en Flandes los libros del monje alemán.  Desde los Países bajos enviaban Biblias, inclusive a España, ocultas en barriles de vino doble fondo. En Ferrara, gran centro financiero hebreo, estampaban Biblias heréticas para la distribución en Italia y otros países, obligando a la Iglesia a condenar las traducciones no autorizadas. Cada hebreo, sea comerciante o médico, era un potencial espía o propagandista de los protestantes” (Mircea Eliade, ‘Enciclopedia de las religiones’ 2010). Servet definía a Calvino como judaizante, por lo que este lo mandó quemar en la pira, para acallarlo; pero simultáneamente insertaba principios hebreos en su sistema religioso. Al tiempo de la muerte del fundador, en 1564, el calvinismo ya había sustituido al anabaptismo como punta de lanza del pensamiento protestante revolucionario.

MILENARISMO  IMPERIALISTA  [NORTE]AMERICANO.

 El Padre John Navone en ‘La Civiltá Cattolica’ escribió:  “El nacionalismo norteamericano es distinto a los demás, pues tiene raíz ideológica. (…) Por lo que [norte]américa es la más nacionalista entre las naciones más importantes. (…) La misma gente común  [yanqui] afirma constantemente su superioridad sobre las demás (…). No obstante  que el nacionalismo USA se manifestó relativamente tarde, en los últimos 150 años. (…) Los EEUU  no existían, sino que se fueron constituyendo,  congregando  una población compuesta sobretodo de inmigrantes”. El padre jesuita continúa explicando que “la Revolución [norte]americana fue influenciada notablemente por la  Revolución francesa…  la cual, a su vez ejerció notable influjo en las revoluciones latino-americanas del siglo XIX”. La Revolución USA  ejerció enorme impacto sobre Europa y América latina gracias a demostrar prácticamente que la igualdad y la libertad pueden implantarse sin una excesiva violencia, dentro de una democracia republicana. La rebelión contra la madre-patria, Inglaterra, fue justificada con los principios del iluminismo.

El jesuita continúa afirmando que “siendo inicialmente una sociedad protestante y blanca nor-europea e iluminista, (…) se transformó radicalmente al optar ideológicamente por el secularismo  y el materialismo liberal, (…) y más recientemente esforzándose en  adoptar ideológicamente un sistema social multirracial y multicultural”. Además, si antes de 1895 el nacionalismo yanqui se mantuvo dentro de sus fronteras, dominado por la religión calvinista  arminiana (antitrinitaria), especialmente escocesa, luego de 1890 se desarrolla una política expansionista hasta los confines del Pacífico gracias a su poderío marítimo, comenzando a poseer colonias,  un fuerte comercio marítimo y defendiendo sus rutas marítimas. La primera potencia europea avasallada fue España, que en 1898 perdió Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Hawai. El imperialismo norteamericano está caracterizado por un fuerte darwinismo social, de acuerdo a la cual vence la ‘etnia’ más fuerte; y como durante el ‘novecientos’ ya había superado militarmente a Europa, tenía el deber y el derecho de dominarla. El presidente Teodoro Roosevelt (1901-1909) estaba imbuido del culto a la violencia, de un nacionalismo romántico, no solamente económico, sino expansionista y algo racista, naturalmente condimentado con una cierta hipocresía calvinista: “El nuevo imperialismo no admite jamás que lo fuera, pretextando que ocupaban Filipinas y Cuba para liberar a sus habitantes, aunque estos manifestaron inmediatamente sus deseos de liberarse del dominio yanqui”.

Además, “el internacionalismo liberal de Woodrow Wilson (1913-1921) describió más correctamente al nacionalismo yanqui como ‘excepcionalismo’. Significando que la virtud política [norte]americana es excepcional y no tienen parangón en ningún otro lugar,  representando  la mayor perfección  que puede alcanzar la humanidad”. La política exterior [norte]americana durante las dos guerras mundiales exportó hacia todo el mundo sus valores, primero hacia Europa (1945), luego hacia Medio oriente (1990-2003). El excepcionalismo estadounidense deriva inmediatamente del calvinismo, y mediatamente del talmudismo hebreo, que tanto influyó sobre el calvinismo y el unitarismo protestante, según la cual la humanidad [norte]americana es la más avanzada y debe extender los beneficios de su sistema hacia todos los otros continentes. El padre Navone no titubea en percibir en tal ‘excepcionalismo’ la impronta del ‘milenarismo’, del mesianismo terreno y del gnosticismo político, que tuvo decisivo peso en la conferencia de paz de Versalles, al actualizar  todos los  propósitos   de la segunda guerra mundial. El padre Navona en la página 356 de su artículo  describió claramente como el influjo del hebraísmo y del super-capitalismo calvinista alimentó la voluntad de destruir Alemania tanto en 1917 como en 1942. La rivalidad con la URSS es puramente ideológica  por cuanto los EEUU sostienen que deben dominar el mundo, pues poseen la verdadera revolución democrática, mientras que, por el contrario, la URSS  declama que la verdadera revolución es la comunista, que debe implantarse en todo el mundo. No debe entonces extrañar que hoy día los jefes neoconservadores [neocon] son todos de extracción calvinista, trotskista e israelitas. Antes pensaban que la verdadera fuerza revolucionaria era el comunismo hijo del anabaptismo, mientras que actualmente  piensan que lo es el liberalismo radical derivado del calvinismo; quedando de cualquier manera invariable el espíritu revolucionario hebreo. Se hacen llamar ‘conservadores’ pero sobretodo son revolucionarios que  pretenden exportar la ‘revolución conservadora’ anglo-americana, judeo-masónica, liberal-libertina por el mundo entero. Con el pretexto de la agresión islámica contra los cristianos en Medio Oriente (Iraq), se levantan, como ‘devotos ateos’ en defensa de la civilización’ ‘occidental’ o ‘atlántica’, y no  por la europea y mediterránea, tergiversando así la lucha. Desgraciadamente algunos cristianos se dejan engañar y caen en la trampa de querer conciliar cristianismo y judaísmo, doctrina social católico y liberalismo, Tradición y ‘americanismo’ (ver Il Foglio de Giuliano Ferrara).

CRISTIANISMO  NORTEAMERICANO.

Se caracteriza por las corrientes más radicales del protestantismo clásico europeo. El Puritanismo, al pretender purificar la iglesia anglicana se apropió de algunos principios del calvinismo, fundando la vida espiritual  sobre los ‘estados emocionales interiores, destacando la necesidad de la experiencia religiosa’, dice M. Elíade, y continúa  expresando que se le dio ‘mucho lugar a las intensas manifestaciones físicas y emotivas de las personas que caían bajo el poder del Espíritu’. De este tipo de religiosidad nacieron movimientos moralizadores que lanzaron cruzadas contra el alcohol (culminando con las leyes prohibicionistas de 1919), y también  otras  contra el aborto, predicadas en USA  en ambientes protestantes; en ellas aparentemente coincidirían catolicismo y protes-tantismo, pero en realidad  realmente eran esencialmente diversas.  Además debe admitirse que el catolicismo  norteamericano, incluido el preconciliar, está impregnado del  principio de tolerancia y de excesiva integración  de manera que el  ambiente católico quedó  ‘demasiado similar a la mayoría protestante’ (M. Eliade).

LA  CONTRARREFORMA  CATÓLICA.

En ese tiempo la Iglesia católica comprendiendo la influencia del Humanismo y del Renacimiento, profundamente impregnados de cábala  hebrea sobre intelectuales católicos. inclusive sobre altos prelados (ver C. Nitoglia, L’Esoterismo), se enfrentó a un nuevo enemigo: el calvinismo, que asumió el liderazgo intelectual del movimiento revolucionario protestante, en cuanto, como escribió Marvin O´Connell (The Counter Reformation) fue Calvino quien salvó la revolución ‘cuando la reforma protestante vacilaba al borde de la anarquía’. Al tiempo de la abdicación de Carlos V el calvinismo, entre las sectas protestantes, llevó adelante el movimiento revolucionario, siendo su centro de actividades los Países bajos españoles.

29 diciembre 2010.
doncurzionitoglia.com

Tradujo: HAB.