martes, 2 de diciembre de 2025

 

ARTE

10ª.  CLASE DICTADA POR EL PADRE

FRAY MARIO PETIT DE MURAT.

¿De donde brota esta tendencia a hacer? La inteligencia no conoce si no produce la idea. El conocer es una cosa fúlgida que ilumina.

La idea de Dios convertida en sustancia se deposita en la materia, lo que da por resultado la cosa sensible. La materia es limitativa. Si la idea sauce no se infundiera en la materia, habría un solo magnífico sauce. Si la idea hombre no se infundiera en la materia, habría un solo hombre magnífico con todas las perfecciones reunidas. Como está infundida en la materia, hay millones de hombres y en cada uno distinta perfección. La idea hombre es tan rica, que no puede ser abarcada por un sólo ser material, su perfección tiene que desplegarse en muchos individuos. Pasa lo que con los grandes genios: un genio tiene una idea central, que va desarrollando en sus distintas obras: Beethoven muestra en todas sus obras la tragedia del hombre moderno y  tiene un desenvolvimiento magnífico de las mismas melodías, hasta repite las mismas melodías en distintas obras y hace muy bien.  La fecundidad de Miguel Ángel se debe al drama moderno. Es una sola idea desplegada en una multitud de obras. Miguel Ángel está en el punto de partida, Beethoven en el retorno.

En Dios una sola idea es tan rica que se despliega en el Hijo. El Verbo de Dios quiso crear en sus afueras y fue tan rica esa idea, que creó una multitud de seres para aplicarla. Dentro de su creación está el universo espiritual y el universo sensible. En éste hay una idea que es como su “verbo”: el hombre. Es la idea suprema, la razón de ser del universo sensible. Es como el desgranarse del universo sensible. El hombre es una perfección tan rica que se despliega en roda una variedad de seres: piedras, animales, plantas, que todo tiene relación con él. Es inteligente y puede arrebatar la idea de Dios en las cosas y lo hace de manera activa. Salió todo de la inteligencia de Dios a la materia coartativa y el hombre con su inteligencia debe sacar la idea de la materia y volverla a Dios.

  Ahora vean este paso. La naturaleza del hombre está hecha de tal manera que recibe de la materia y actúa en la materia. El hombre cuando es el pequeño dios de la materia: es un reyezuelo. Tiene que dar perfección y gobierno a las cosas sensibles como Dios lo da al universo. La idea necesita encarnarse y ahí tienen ustedes ubicado el arte y todo lo demás.

El Padre Derisi dijo algo muy verdadero: que de tal manera el alma está hecha para el cuerpo y el cuerpo para el alma, que si ésta no se aplicara al cuerpo, estaría inmóvil, inoperante, como una piedra. Está hecha para informar la materia. Si no la informara quedaría en pura potencialidad. Este cuerpo es cuerpo porque tiene alma: ella es la determinante del cuerpo. Para que el perro sea perro tiene que tener alma de perro. Es tan substancial esta unión, que los dos actúan en conjunto.

El paso nudo es que toda idea humana tiene tendencia a encarnarse, a informar. La idea o esencia de la cosa puede estar en dos realidades; la materia y la inteligencia:  el ser hombre aquí en la materia coartativa, o en la inteligencia donde no está actualizado sino universalizado. La inteligencia puede recibir todo el universo sin agotarse, sin coartarlo. Por eso el alma supera lo temporal.

La inteligencia actúa en dos etapas: analítica y sintética. Un hombre conoce los minerales, otro los animales, etc. Cuando uno más inteligente, luego del análisis hace la síntesis, llega a la sabiduría viendo que la idea hombre es la síntesis de todo. Cuanto más se depura la idea de la materia, más se simplifica y se hace cada vez más honda, cada vez más fecunda.

Creo que se está preparando un momento de arte y de sabiduría esplendoroso: en el proceso de la inteligencia, siempre el análisis pre cede a la síntesis y ésta debe ser proporcionada a aquel. Vemos en los griegos, desde al siglo VII al IV, un movimiento ingente de análisis: todo ese material preparaba un Platón y un Aristóteles que fueron síntesis de esos siglos. El mismo proceso se repite en el Medioevo, que preparó la venida de Santo Tomás. Y en las artes lo mismo, hay períodos de análisis que preceden a los de síntesis

Ahora bien. El arte moderno es maravilloso en el análisis. Está realizando una labor oscura pero fecunda. Cada escuela extrae una nueva verdad. No es un arte final, cumbre, sino que son manos que preparan el camino a un gran artista que recomponga todo en una magnífica síntesis.

Renoir, Van Gogh son genios, pero aun no llegaron a la cumbre, que le tocará alcanzar a algún artista de síntesis.

*

(Continuará)

 

ARTE

X1ª.  CLASE DICTADA POR EL PADRE

FRAY MARIO PETIT DE MURAT.

La naturaleza de Dios opera en Dios. La del ángel en otros ángeles. El hombre necesita de la materia. Cuando se comprende la índole substancial del hombre se ve que su espíritu está hecho para informar y asignar la materia. Es ésta la razón por la cual Dios dijo que “lo hizo a su imagen y semejanza”. Es todo un orden dependiendo de su espíritu. La naturaleza humana está injertada en la materia sensible: el niño que chapotea en los remansos de agua recién caída, el que se embriaga en las playas, gustando el sabor de la arena, es un artista y un hombre. El santo que se queda en la etapa ascética   no es pleno, deberá complementarse con un místico. En el místico se reconcilian todas las cosas.

En la vida profundamente humana hay tres etapas: el niño, el artista y el santo. Ellos son seres humanos completos, no se quedan sólo en la vida mental sino que cumplen plenamente la vida humana.

Veamos otro punto.  Tratemos de ver a Adán en ese primer día tal cual Dios se lo entregó. Para comprenderlo veamos un niño recién nacido. No el recién nacido, que no está todavía en plenitud de belleza, sino el que está en sazón nacarado y nuevo la córnea límpida, celesta. ¡qué maravilla es un niño! Créanme que ante mi sobrinita quedé plasmado como ante el espectáculo del mar. Es el alba en que todo está recién creado ¡Lo que es el alba!! En los primeros tiempos de mi vida espiritual debía pasar al amanecer por el parque de Córdoba ¡Ese olor de todos los pastos, perlados por el rocío! ¡El cielo de plata, como recién salido de las manos de Dios! Son atisbos de aquel primer día. Adán era el artista eminente. No tocaría la madera ni la piedra porque no había nada susceptible de perfección: todo estaba en perfecto equilibrio y armonía. Y no había la nostalgia paradisíaca que es una de las causas del arte. Un abeto era un abeto de perfecta belleza. Adán sólo podría extasiarse ante la belleza de lo creado. Ante la firmeza de esas líneas ¡lo que sería aquello recién dibujado por la mano de Dios! Si todavía encontramos atisbos de eso, que deslumbran: el trazado de una ceja que sombrea un ojo de forma perfecta, esa nariz armonizada con la curva de la frente. Uno se queda prendado. ¡Cómo sería en Adán el trazado de la línea del hombro, con el acento en el punto necesario! Los griegos comprendieron la belleza del cuerpo humano. La línea de la pantorrilla tiene en ellos el acento donde corresponde, de manera de acentuar su nobleza. Esto se pierde en los romanos y hoy no existe. No hay nada más racional que el desnudo griego. No es copia sino creación artificial. Ese juego del empeine con la rodilla y cadera es algo elevadísimo, metafísico. Van esos ritmos como ritmos de melodía. Lo que sería la nobleza que habría en Adán y Eva. Créanme que si se presentaran ante nosotros caeríamos de rodillas como ante dioses. Nosotros somos seres achicharrados, llevamos los rastros de siglos de vicios que no afectan sólo a los viciosos sino que se heredan y que van deformando ese ser nobilísimo hecho por Dios para coronar la materia.

En medio de esa materia llena de armonía y belleza, henchida de iluminación interna, Adán no tenía otro arte que la palabra humana. La poesía es el arte más humano. Con ella Adán nombraba con palabra humana empapada de Dios, a Dios. Así, el arte principal de la Iglesia es el canto gregoriano. El hombre canta. Ahí no sólo la idea pertenece al artista sino también la materia: la palabra que es del hombre. En otras artes la materia es arrebatada a las cosas, aquí es propia del hombre.

Veneren mucho el lenguaje: no es obra de un artista sino es la obra magistral de todo un pueblo. ¡Me da tanta pena cuando oigo que protestan por las irregularidades de los verbos!  Quieren reducir el lenguaje a una cosa muerta. Esas irregularidades expresan algo hondo, allí está el temperamento artístico de todo un pueblo; esa cosa inasible que no puede encerrarse en un genio. ¡Lo que es el modo subjuntivo! Expresa los matices más finos del alma. ”Hubiera habido”, es algo en que se ve la flexibilidad del espíritu jugando con la materia. Es de extasiarse como ante un cuadro de Velázquez. El poeta descubre esas bellezas, tienen sentido de esa música interna, saca esa luz de todos los resquicios de la palabra ¿Cómo cambia la palabra usada por un empleado de comercio y por San Juan de la Cruz!  ”La amada es el amado transformada”. Es algo común hablar de la amada y del amado: pero él ¡adonde nos lleva! Allí la palabra no se mueve, está en un mismo diapasón. Y a lo mejor viene un profesor de gramática y en encuentra allí una cacofonía… Goethe era criticado porque ponía el adjetivo delante del nombre…

El arte humano más arte es la poesía. De ella brotan todas las otras artes. De haber permanecido perfecto el hombre, su único arte hubiera sido la poesía: se hace belleza de cosas que están ausentes. Adán no hubiera hecho otra cosa que cantar y la Iglesia canta ¡Como está el hombre!  Es desolador ver hoy como se desconocen los poemas. A veces se conoce la obra de un poeta por su argumento adaptado para el cine. A éste van millones de personas, mientras la obra es leída por unos cuantos. La poesía está abandonada.

Ahora ¿Dónde está la Iglesia? ¿Dónde está su canto? El mundo de hoy llegó a dar a la Iglesia el residuo de sus cantores, aquellos que ya ni cantan los números de los autos van a cantar para ella. Se acepta cualquier cosa. ¡La esposa de Cristo donde está! ¡Qué diferencia de la Abadía de Cluny que logró coros perpetuos: cuando salía un coro entraba otro: cantaban en forma continuada! Créanme que los coros de la Abadía de Solesmes lograron más conversiones que muchos predicadores juntos. Lograron grandes conversiones de judíos y de incrédulos. ¡Ese canto que no es de gestos sino de matices, las cosas del alma atenuando la materia en esa armonía que baja y sube colocando planos de profundidades insospechadas! Un Credo cantado por ellos sube y baja como cosa de misterio que se acerca a uno y vuelve al misterio. Cuando escuché los coros de los Benedictinos en Buenos Aires, sentí escalofríos, me sentía metido en el templo de Dios. Es algo que me redimió. Nunca sospeché tanta belleza: vi la belleza de la Iglesia, lo que toda la vida ansié.

La poesía es la que mayor capacidad de belleza tiene. Es donde el hombre se aproxima a Dios, porque Dios obra con materia propia y aquí la materia es suya, propiamente humana. +

 

(CONTINUARÁ)