miércoles, 25 de septiembre de 2024

 

TIERRA  Y  CULTURA

 

Un demonio subyugó a los salvajes unitarios para que eliminen   ferozmente todo lo que representaba la identidad nacional argentina: renegando de la tierra, del hombre, de la naturaleza, de la cultura, de la religión…

 

No pretendían “civilizar” a los patriotas federales, sino substituirlos drásticamente por la raza anglosajona, y a los sobrevivientes descastarlos con la ideología liberal; maniobra que aún subsiste en nuestros días. ¡Imbéciles! ¡No se puede inventar un Patria con decretos o ideologías!

 

El resultado fue el que se había propuesto el demonio: al instaurar el liberalismo anglosajón devastaron nuestra patria, luego de apostatar de sus raíces. Eliminaron su honor, troncharon su destino de nación soberana. Incapacitados para instaurar el Bien común social.

 

Sus descendientes continúan cada vez con más empuje la demolición subversiva entre golpes y elecciones, siempre dentro del ámbito liberal del Régimen; quedando muy poco en pie: sólo los bronces de la vergüenza con que los cipayos impíos y descastados se regalan entre ellos.

 

Actualmente llegamos al extremo de tener que soportar a un payaso sionista que nada tiene que ver con la tierra, la cultura y la cosmovisión argentina. Pareciera que estos payasos son muy eficientes para subyugar a los televidentes en los países bananeros.

 

Pese a no vislumbrarse un futuro soberano, debemos continuar la batalla inconclusa por nuestra sobrevivencia, con las manos limpias y vacías de ambiciones personales de poder, alzadas al Cielo ¡Dios dirá!; hasta que un día glorioso, cuando Dios disponga su ayuda, podamos expulsar definitivamente al invasor unitario/ liberal/ libertario, extraño a nuestra identidad.

 

(A continuación unos párrafos de un artículo firmado por A. C. V., publicados en la antigua revista  “Dinámica Social”,( mediados del 50’.)

 

HOMBRES Y CULTURA

 

[…] Será necesario amar todo lo que se halla ligado al suelo en que se vive. La tierra es supuesto esencial de toda cultura; en ella echa sus raíces y ella responde en todas sus manifestaciones. Lo que es vernáculo debe constituir la raigambre de las formas culturales capaces de sobrevivir y progresar en concordancia a sus designios más elevados. Ningún desarraigo puede llegar a constituir algo auténtico; porque las fuerzas cósmicas, como base esencial de toda creación espiritual, constituyen el verdadero impulso, capaz de desarrollar las tendencias permanentes de un estilo cultural propio.

 

De nada sirven las copias, por más aditamentos que se interpolen en su estructura. Ellas siempre adolecerán del defecto propio de lo que carece de alma, de lo que se ha desvinculado del todo o sea de la esencia misma de su integridad espiritual.

 

Tierra y cultura se hallan indisolublemente unidas. Ambas responden a un sino y juntas pueden llegar a constituir una forma de espiritualidad propia en el hombre que nació en ellas… +

 

 

 

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