martes, 28 de marzo de 2017

Comentario Publicado en la revista “Estudios” nº 349, Julio-Diciembre 1940, editada por la Compañía de Jesús, y ¡dirigida por el Padre LEONARDO CASTELLANI! ¡Así se transformó el mundo! ¡Así se degradó la Compañía: del Padre Castellani en Bergoglio! El excelente comentario casi seguramente fue redactado por el Padre Castellani , o alguien de calidad semejante. Luego de siete décadas de escrito, la inmoralidad de la Prensa, admitida en el Estado Económico o Fenicio, que gobierna con la democracia liberal, es escandalosa e indignante; las noticias desfiguradas, -ocultando lo esencial de los hechos, las causas y los fines verdaderos-, caen sobre el poco sentido común que subsiste en el pueblo argentino, tragándose todas las mentiras y deformaciones imaginables, en beneficio de los “amos” del Régimen. Hoy día se evidencia a la legua que los comentaristas de los “medios” solamente deben atenerse a glosar las ideas redactadas en un argumento que les fue preparado y del que no pueden evadirse. Mantener el analfabetismo alfabeto es políticamente esencial en democracia. Por lo cual, el comentario mantiene tanta vigencia como si hubiera sido escrito hoy mismo. 

REGULACIÓN DE LA PRENSA 

 E l desenfreno en falsear, calumniar e insultar y la impavidez en mentir de la Prensa Amarilla Argentina ha llegado aun extremo intolerable, si se lo mira con un criterio moral. No es posible sufrir tanta asquerosa mentira. “El cura Doglia quiere imponer la enseñanza religiosa con amenazas”, “Veintiún aeroplanos aliados voltearon ochenta aeroplanos nazis sin experimentar ninguna pérdida”, “J.C. Moreno y D. Julio Navarro Monzó son jefes de la Quinta Columna”. Es claro que el sentido común de la gente se defiende: ¿Quién va a creer a los diarios?- dicen. Pero sentido común no todos tienen enormemente, y cada día se va mellando y menguando más ante el ataque furioso de la mentira organizada, pagada, voceada, chillada, vociferada. Dos obreros están leyendo el diario barato “argentino” detrás de mí en el tram y hablando entre ellos: “- Mirá. Londres, París; Londres, París. Todo Londres, París. Ni una información de la otra parte…- Así, qué gracia. Cómo no van a ganar ellos. .- Mirá aquí: ochenta “eroplanos” al suelo y ninguno inglés. -¡Qué farsa!...” . 
Esta es la reacción del sentido común. Menos mal. Pero ¿Y los límites del sentido común? Cuerdamente, pues, el gobierno se propone reprimir siquiera a título provisorio y precario la lengua de la prensa mendaz y disoluta por medio de una ley de regulamiento de la información. El diputado por Tucumán, Dr. Simón Padrós ha sido otrora autor de un proyecto sencillo que daría grandes resultados beneficiosos: obligar por de pronto a los diarios que firmen los editoriales. La “Prensa “ cuando lo supo se puso negra y vió todo de color negro: el anónimo y sistemático calumniador de la enseñanza privada que hace los editoriales “pedagógicos”, por ejemplo ¡se iba a saber quien era! Pero ese proyecto y otros similares que se podrán tomar en la emergencia de la guerra, serán útiles providencias provisorias y buenos jalones o precedentes, para el futuro, pero no solucionarán por ahora el problema total, que es hondo y complejo. Hay mucho podrido en Dinamarca. 
 El problema se solucionará en dos movimientos. Primer movimiento, cuando en la Argentina, los que tienen sentido común como esos dos obreros del tram, gobiernen a los que no tienen sentido común, como esos otros obreros o no obreros que están allí absorbiendo absortos a grandes sorbos todos los títulos del “Diario”. Segundo movimiento, cuando los que tengan sentido común y gobiernen, ayuden a los que no lo tienen a recobrarlo por medio del gobierno, de un gobierno calzado de moral. Quiero decir, que los excesos de la “libertad de prensa” se solucionarán cuando tengamos un Estado Ético del todo, y no predominantemente Económico o Fenicio. 
 La llamada Libertad de Prensa, de Opinión o de Expresión arbola el principio de que conviene oír todas las partes, que la oposición es útil a un buen gobierno, y que la verdad suelen hallarla los hombres en el conflicto de las opiniones. Esto es verdad. Pero de ahí a la licencia espantosa de que un anónimo parapetado detrás de una rotativa pueda propalar lo que se le antoja con la intención más aviesa o la incapacidad más suprema, media un abismo. Este abismo se llama “la patente al Sofista”, y como lo llamó Chesterton citando a Spengler. El mundo actual ya no necesita más la libertad de la prensa, sino al contrario que lo liberen de la Prensa. 
Y eso sucederá solamente cuando se reconozca que la Verdad y el Error son realidades –y realidades también políticas-, que la Verdad y el Error no tienen iguales derechos, que la Verdad es un buen (el mayor bien del hombre” según San Agustín) y el Error es un mal y la Mentira una porquería; y que entra por ende en los deberes del Gobernante ayudar a alcanzar la verdad y perseguir la mentira. Eso es lo que llamamos Estado Ético o Moral; un Estado para el cual la platita no sea el supremo bien del hombre; la mentira no sea una cosa indiferente y el daño y la ruina de los pobres y los débiles no sea una cosa al alcance del capricho de cualquier “gangster”.+