lunes, 18 de julio de 2016

EL PELIGRO AMARILLO.

Henri Massis, en la primeras décadas del siglo pasado, denunció el peligro amarillo para Europa, en su obra “Defensa de Occidente”, porque  era previsible, ya en ese entonces,  que aconteciera la invasión china a Occidente. Por supuesto  los líderes democráticos  se taparon los ojos, las orejas y callaron. También iba surgiendo el ecumenismo  para acabar con el catolicismo en Europa. Massis  advirtió el peligro,  y  Julio Camba  comprobó con sus ojos  el comienzo de la invasión amarilla, cuando  vivió  en Inglaterra, hacia los treinta del siglo XX;  narrando sus impresiones de esta manera,  que copio íntegramente pues a través de su humor, el peligro chino es políticamente actual; ya está en  ciernes sobre nuestro país. Son evidentes los mercados, talleres y tiendas que se abrieron en estos últimos años,  cuyos manejos son extraños. ¿Será la invasión de una nueva quinta columna, no tan agresiva, por ahora,  en el trato personal  como la protestante? El nacionalismo sospecha, y teme, por amor a la Patria ¡nadie más se preocupa! (más sobre este tema en :”Huroneando en junio 2016).

EL VERDADERO PELIGRO AMARILLO

La población de Cardiff  ha linchado a los chinos. Ha saqueado sus tiendas, ha incendiado sus casas. Si no existiese en Inglaterra un odio nacional contra los chinos, el pueblo no los hubiese tratado con tanta violencia por haber sustituido a los huelguistas en el puerto de Cardiff.

Los chinos son el peligro interior de Inglaterra. En Londres hay un barrio chino mucho más grande que una ciudad española. En Liverpool ocurre casi lo mismo. En Cardiff el número de chinos es enorme. Los chinos se reproducen  como una sarna en la piel suave de Inglaterra.. No hay manera de exterminarlos, Allí donde quede un chino, un solo chino, a la vuelta de veinticinco años habrá quinientos. Trabajan mucho, comen poco y se multiplican fabulosamente. De una cazuelita de arroz , un chino es capaz de sacar una nueva China.

Por donde pasan los chinos, la mano de obra se abarata y los salarios disminuyen. Su ocupación principal es el lavado de la  ropa. En Liverpool casi han monopolizado esta industria. Amarillos como son, sienten una inclinación especial a dejar blancas las prendas de uso interior. En Cardiff los primeros establecimientos chinos que ha incendiado la multitud han sido los talleres de lavado.

La población de Cardiff, como la de Liverpool, acusa a los lavaderos chinos de especular clandestinamente con las inglesas pobres. Su industria, a lo que parece, no es muy limpia, por mucho jabón que inviertan en ella. El London Magazine dice francamente que los hombres amarillos se dedican a la trata de blancas.

Todo esto sería, sin embargo, percata minuta. Lo peor es que los chinos se muestran directamente de una peligrosa iniciativa con las inglesas. No. Aquí los chinos no se entretienen únicamente en lo que dice el chiste. Algunas inglesas se casan, y entonces empiezan a brotar mestizos una proporción fabulosa. Londres, Cardiff, Liverpool están llenos de mestizos. Este es el peligro: el peligro amarillo. Inglaterra va a perder sus hermosos colores.

¡Tantos esfuerzos como se han hecho para evitarla la procreación  de mestizos en las colonias británicas, y he aquí que los mestizos surgen innumerables en la propia isla de Mr. John Bull! ¡Ah, no! Hay que matar a los chinos. Hay que quemarlos. Que no queden ni las coletas.

Inglaterra es un pueblo muy limpio, y esta sucia invasión china le produce un efecto de repugnancia invencible, como si fuese una enfermedad de la piel. Las pomadas más violentas le parecerían dulces para curarse.

Y esto es lo que explica los linchamientos de Cardiff.+