lunes, 30 de mayo de 2016

Doctrina Nacionalista
(extraídos del excelente  libro de Henri Massis: “JEFES”; pg. 68, ed. Sol y Luna, 1939)

Principales principios doctrinales, -hoy día apremiantemente necesarios en nuestra Patria-, que inspiraron la política nacionalista  del gran gobernante que fue:
Oliveira Salazar
“Es la dictadura más honesta, más juiciosa y más mesurada de Europa” Jaques Bainville. Febrero 1938.
Claros y enérgicos principios necesitó Salazar para transformar moralmente a Portugal, caído en la más estrepitosa corrupción,  iniciando así su admirable resurgimiento material y `patriótico.

¡O
h! Principios muy simples“No pedimos gran cosa, escribe el Sr. Salazar: noción y sentido de la patria y de la solidaridad nacional; familia, célula social por excelencia; autoridad y jerarquía; valor espiritual de la vida  y respeto debido a la persona humana; obligación del trabajo; superioridad de la virtud, carácter sagrado de los sentimiento religiosos, he aquí lo esencial para la formación mental y moral del Estado nuevo.” Y el Sr. Salazar agrega: “Estamos, pues, contra todos los internacionalismos, contra el comunismo, contra el socialismo, contra el sindicalismo libertario, contra todo lo que disminuye, divide, disuelve la familia; contra la lucha de clases,  contra los sin patria y los sin Dios, contra la esclavitud del trabajo, contra la concepción puramente materialista de la vida, contra la fuerza como origen del derecho. Estamos contra todas las grandes herejías de nuestro tiempo, tanto más  cuanto que jamás hemos tenido prueba de que existiese un solo lugar en el mundo  donde la libertad de propagar tamañas herejías hubiese sido una fuente de bien. Cuando se acuerda esa libertad a los bárbaros  de los tiempos modernos, no sirve sino para minar los fundamentos de nuestra civilización”.
      El Sr, Salazar es, pues, antiliberal, antidemócrata, antiparlamentario, en la medida en que él entiende tener en cuenta, cosas realidades, evidencias que manifiesta la vida social y política de todos los tiempos. Por eso no pierde jamás  una ocasión de denunciar los mitos que se rebelan contra las necesidades vitales:           
      “Por entrañable que nos sea el cuidado del pueblo y por defensores que seamos de su ascensión continua en el orden material y moral, ello no nos obliga de ninguna manera a creer que en la masa se encuentra el origen del poder, y que el gobierno puede ser  la obra de la multitud y no de una elite a la cual incumbe el deber de dirigir la colectividad y de sacrificarse por ella.  Querer garantizar las libertades esenciales a la vida social y a la misma dignidad humana, no implica la obligación de considerar la libertad como el elemento sobre el cual debe elevarse toda la construcción política. El liberalismo ha acabado por caer en el sofismo siguiente: NO HAY LIBERTAD CONTRA LA LIBERTAD.  Pero en armonía con la esencia del hombre y las realidades de la vida, nosotros decimos: ÚNICAMENTE CONTRA EL INTERÉS COMÚN LA LIBERTAD NO EXISTE”. 
      Subordinación de todos los intereses al interés de todos, he ahí el espíritu  que inspira las reformas del nuevo régimen portugués; (según cita de E. Schreiber en “El Portugal de Salazar”):  “En lugar  de hacer depender todo del individuo tomado en sí mismo como en régimen liberal, nuestra organización, dice el Sr. Salazar, se funda sobre las realidades de una sociedad nueva donde el individuo no existe sino en tanto en cuanto miembro de grupos naturales (familias, profesionales, sindicatos y corporaciones), territoriales (comunas), y en esta calidad  ella le reconoce derechos. Dicho de otro modo, para el Estado nuevo, no hay derechos abstractos del hombre, hay derechos concretos de los hombres. Estos derechos limitan los del Estado y aceptamos esa limitación. Existen pues libertades que estimamos justas y útiles; pero precisamente porque queremos mantenerlas, defendemos la noción de la autoridad necesaria a su salvaguardia.
      Pero estas ideas, se dirá, son las que ha propagado la doctrina política de Charles Maurras; ¡ahí está todo Maistre, todo La Tour du Pin, todo Fustel y también la enseñanza social de las grandes Encíclicas! Si, esas ideas son las nuestras; pero hélas aquí aplicadas, realizadas por un hombre que gobierna, encarnadas en una experiencia actual, inscríptas en una historia viviente. Su acierto, su éxito nos prueban que nuestras ideas no eran  abstracciones hijas del espíritu de sistema, sino “realidades disponibles” de las que una nación bajo nuestros ojos saca provecho pata renacer…
     
: