jueves, 2 de octubre de 2014

IOTA  UNUM
Estudio Sobre las transformaciones de la iglesia católica en el siglo XX.
Romano Amerio
“Se trata de un estudio serio, riguroso y exhaustivo, llevado a cabo con una serenidad asombrosa y un rigor lógico aplastante, fruto de la recia formación clásica del autor. Pasa revista a todas las tendencias culturales que configuran el mundo moderno e invaden la Iglesia Católica, que parece hacer de esa convergencia el motivo fundamental de su transformación tras el Concilio Vaticano II. Esto supuesto, y ante la serie de cambios en la Iglesia que han afectado a su doctrina, a sus ritos y al rostro con que se presenta ante el hombre contemporáneo, la pregunta surge espontáneamente: ¿Ha experimentado la religión católica una mutación sustancial, pasando a ser algo distinto de lo que era y rompiendo así la continuidad histórica que la liga con su Divino Fundador? En las páginas de IOTA UNUM, Romano Amerio investiga la respuesta. Vale la pena conocerla”.  (Comentario en la contratapa del libro. Ed. ‘Criterio Libros’).

OBRA INDISPENSABLE PARA  CATÓLICOS QUE DESEEN CULTIVARSE, COMO ES SU OBLIGACIÓN
 


 PALABRAS DE DINO BARSOTTI SOBRE ROMANO AMERIO:


A
 mi venerable edad quizás no empuñaré más la pluma, o quizá la empuñaré, no sé. Pero, aunque con gran fatiga ahora, querría aprovechar la bella ocasión que se me ofrece, y dar a conocer en algún trazo mínimo mi pensamiento sobre un católico verdadero querido para mí como fue Romano Amerio.
      Me ha impresionado de hecho, de este libro de Enrico María Radaelli, “Romano Amerio. Della veritá e dell’amore”, cómo y cuanto el autor ha sido capaz de resumir en pocos conceptos –incluso quizá en un concepto solo- la sustancia de la filosofía y de la opinión de un escritor como Amerio que, especialmente con su famoso libro ‘Iota Unum’, tanto molestó a las conciencias católicas.
      La lectura del libro de Radaelli, que es la primera monografía que se tenga sobre Amerio, me ha atraído desde el título: hablar de Romano Amerio –parece decir- es hablar de un orden de la verdad y de la caridad, donde la primera está unida a la segunda, pero la precede. Amerio dice en sustancia que los más graves males presentes en el pensamiento occidental, incluido el católico, son debidos principalmente a un general desorden mental por el cual se pone la ‘caritas’ delante de la ‘veritas’, sin pensar que este desorden mental pone patas arriba también la justa concepción que deberíamos tener de la Santísima Trinidad.
      La cristiandad, antes que se afianzara en su seno el pensamiento de Descartes, había procedido siempre santamente haciendo preceder la ‘veritas’ a la ‘caritas’, así  como sabemos que de la boca divina de Cristo expira el soplo del Espíritu Santo y no al revés.
      En la carta con la cual Amerio presenta al filósofo Augusto Del Noce aquello que será después el célebre ‘Iota Unum’, explica claramente el fin para el cual lo ha escrito, que “es defender las esencias contra el mobilismo y el sincretismo propios del espíritu del siglo”. O sea defender a las Tres Personas de la Santísima Trinidad y sus procesiones, que la teología enseña que tienen un orden inalterable: “En el principio existía el Verbo”, y después, respecto al Amor, “Filioque procedit”. O sea el Amor proviene del Verbo, y nunca al contrario.
      De rebote Del Noce, evidentemente impresionado por la profundidad de las tesis de Amerio, anota: “Repito, quizá me equivoco. Pero me parece que la restauración católica de la que el mundo tiene necesidad como problema filosófico último el del orden de las esencias”.
      Veo el progreso de la Iglesia a partir de aquí, del retorno de la santa Verdad a la base de todo acto.
      La paz prometida por Cristo, la libertad, el amor son para todo hombre el fin que hay que alcanzar, pero hace falta llegar allí sólo después de haber construido el fundamente de la verdad y las columnas de la fe.
      Por tanto - como dice Amerio- partir de Cristo, de la verdad sobrenatural que sólo Él enseña, para tener por Él el don del Espíritu Santo con el cual siempre Él, el Señor, nos da vida y fuerza, y salir a situar por último el arquitrabe de la ‘caritas’.
      Romano Amerio era un laico, un laico que conoció al Señor. Conoció el Credo evangélico y se convirtió en testimonio cristalino de él. He tenido siempre la impresión –incluso no habiéndolo conocido en persona- de haber visto en él un verdadero cristiano, que no ha tenido nunca miedo de afrontar los temas más trabajosos de la Revelación.
      Aquello que maravilla –y es su verdadera grandeza- es que incluso siendo un laico él es un verdadero testigo. No es un teólogo, no es un hombre de religión, sino uno que ha tenido de Dios el carisma de ver aquello que está implícito en la enseñanza cristiana. Él lo siente, y acepta este papel. Hace cuanto el Señor le inspira.
      Toda la cristiandad tiene motivo para dar gracias a Dios por Romano Amerio, que en estos tiempos difíciles ha hablado tan claramente de los fundamentos de la Revelación. Me ha maravillado siempre el conocimiento que Amerio tiene del carisma que Dios le dio. Por este carisma, y por el regalo que él humildemente hace de él, Amerio pertenece en la Iglesia como una figura de primer plano.+